El taller ‘Instalaciones eléctricas saludables’, organizado por nuestra escuela el 11 y 12 de mayo, aborda la preocupación sobre los efectos de los campos eléctricos y electromagnéticos en nuestro bienestar. Con la guía del bioelectricista Víctor Crespo, aprenderemos a adoptar medidas preventivas y a crear entornos libres de contaminación electromagnética.
Dentro de la programación de cursos para esta primavera, en Escuela-taller Cobijo Natural de Alberite (La Rioja) vamos a celebrar, los días 11 y 12 de mayo, el taller ‘Instalaciones eléctricas saludables’. ¿Por qué? Porque las instalaciones eléctricas convencionales, en su mayoría, no tienen en cuenta la influencia que pueden ejercer los campos eléctricos y electromagnéticos artificiales en los lugares de descanso o de trabajo donde pasamos muchas horas.
Durante 12 horas lectivas, el bioelectricista Víctor Crespo explicará todo ese mundo de energías artificiales que nos rodea, la energía que emiten, por ejemplo, las ondas de alta frecuencia, las microondas de las señales inalámbricas del wifi…
Víctor Crespo está especializado en instalaciones eléctricas biocompatibles, eficiencia energética, energías renovables y biohabitat. Nuestro profesor e instalador bioelectricista se encuentra entre quienes consideran que la afección de los campos electromagnéticos artificiales tiene tanta importancia que puede afectar a nuestra calidad de vida. En su opinión, y en la de muchas personas expertas, este tipo de redes, aunque estén ocultas, pueden desconcentramos e incluso alterar nuestro sueño, tan importante para el descanso y la regeneración celular.
De hecho, en algunos centros de enseñanza ya se está empezando a iniciar un movimiento en esta dirección: internet solo por cable, ya que numerosos estudios han concluido que el wifi afecta a la atención, la conducta y por tanto al aprendizaje.
Riesgos derivados de la exposición
Ecologistas en acción ha puesto de manifiesto en reiteradas ocasiones que la legislación española presenta numerosas lagunas en materia de radiación electromagnética (EMR). La Oficina Federal alemana de Protección contra la Radiación aconseja alejar los puntos de acceso wifi de los espacios y lugares de permanencia, y las Normas de la Federación Rusa aconsejan, si no se puede cablear, una distancia de al menos 5 metros, según informa la misma organización.
El día 27 de mayo de 2011 la Comisión Permanente del Consejo de Europa aprobó la Recomendación nº 1815, sobre Peligros Potenciales de los Campos Electromagnéticos y sus efectos sobre el medio ambiente, por la que se acuerda, en su punto 8.3.2, “dar preferencia para los niños/as en general, y en especial en los centros de enseñanza y en las aulas, a las conexiones a Internet por cable, y regular estrictamente el uso de teléfonos móviles en el recinto escolar”.
La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó en el año 2011 los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (móviles, teléfonos inalámbricos, Wifi, Wimax, etc), ”como posiblemente carcinógeno para los humanos (Grupo 2B), basado en un mayor riesgo de glioma, un tipo maligno de cáncer cerebral”.
¿Hay evidencia suficiente o no la hay? Quizá para las instituciones los datos disponibles sean insuficientes, sin embargo, la propia OMS no puede descartar riesgos. Se hallan en curso varios estudios epidemiológicos multinacionales de gran envergadura. Las investigaciones para analizar los posibles riesgos a largo plazo derivados de la exposición a las radiofrecuencias se han centrado sobre todo en hallar un nexo entre los tumores cerebrales y el uso de teléfonos móviles.
Principio de precaución
La Ley 33/2011 General de Salud Pública española recoge en su Artículo 3, sobre principios generales de acción, el Principio de precaución. “La existencia de indicios fundados de una posible afectación grave sobre la salud de la población, aun cuando hubiera incertidumbre científica sobre el carácter del riesgo, determinara la cesación, prohibición o limitación de la actividad sobre la que concurran”.
Estamos a tiempo de proyectar lugares habitables y centros de estudio y trabajo sin contaminación electromagnética, de anteponer nuestra salud a decisiones que pueden estar condicionadas por el impulso de tecnologías como la 5G.